Diagnóstico del Síndrome de Apnea del Sueño

Síndrome de apnea del sueño

La sospecha de un síndrome de apnea del sueño empieza con alguien que consulta por somnolencia diurna, con problemas de atención porque no descansa bien y que se siente fatigado. Además su familia refiere que ronca demasiado y que deja de respirar de forma preocupante cuando se queda dormido, (que es por lo que va al médico).

Además estos pacientes suelen tener algunos rasgos en común: cierto grado de obesidad (cuello corto y barriga) que les ha llevado al sedentarismo progresivo porque se cansan cada vez más y algunos otros problemas de salud derivados, principalmente diabetes e hipertensión, a los que no les hacen mucho caso.

El diagnóstico del síndrome de apnea del sueño.

Tras la sospecha clínica en la consulta se hace analítica completa y pruebas especializadas (domiciliarias o en la unidad del sueño) que confirmen o descarten el síndrome o incluso que puedan orientar hacia otras patologías. Los vemos.

La polisomnografía

El examen de referencia es el registro polisomnográfico (PSG) realizado en el laboratorio de exploración del sueño. Confirma la existencia del síndrome de apnea del sueño. Combina sensores electroencefalográficos (para medir la actividad cerebral), electro-oculográficos (mide los movimientos oculares) y electromiográficos (para ver la actividad muscular). Éstos permiten puntuar las etapas del sueño.

Además se usan sensores mecánicos que registran los diversos parámetros respiratorios (cinturón torácico y abdominal, flujo o caudal naso-oral, oximetría). De esta manera es posible detectar las paradas de flujo aéreo (apneas) medidas en la nariz y la boca, así como los esfuerzos respiratorios en el tórax y el abdomen, lo que permite diferenciar entre las apneas obstructivas y las apneas centrales durante las cuales se interrumpe el control de la respiración en los centros.

A veces el flujo respiratorio sólo se reduce. La hipopnea se define como una reducción del flujo de más del 50% o una disminución de la saturación de oxígeno de más del 3%, o una breve reacción de excitación en el electroencefalograma después de la reducción del flujo.

La pulsioximetría de dedo, que registra la saturación de oxígeno en la sangre continuamente durante el sueño, muestra el efecto de la apnea en la oxigenación. El registro del EEG muestra que el sueño está fragmentado por muchos despertares breves o microdespertares al final de cada apnea o hipopnea, y que hay un déficit en el sueño profundo (etapas 3 y 4), así como en el sueño REM, lo que lleva a un déficit significativo en la calidad del sueño. La microdespertada rara vez es percibida por el paciente, quien, la mayoría de las veces, considera que su sueño es de poca recuperación, o incluso se queja de insomnio nocturno.

Cuando el índice de eventos respiratorios (apneas + hipopneas por hora de sueño) está entre 5 y 15 por hora de sueño, el síndrome de apnea del sueño se considera leve, entre 15 y 30 es moderado. Por encima de los 30, es grave. La presencia de manifestaciones clínicas problemáticas, en particular la somnolencia, es un elemento adicional del diagnóstico.

La poligrafía respiratoria.

Otra forma de diagnóstico es mediante un examen poligráfico de ventilación (PV) que estudia sólo los parámetros de la respiración durante el sueño. Esta prueba sí puede hacerse en el domicilio del paciente con la ventaja de que allí su sueño será más parecido al habitual que cuando debe ir a dormir a la unidad del sueño.

Este examen simplificado registra el flujo respiratorio a través de una cánula nasal, los movimientos respiratorios a través de las correas torácico-abdominales, la oximetría, la frecuencia cardíaca e incluso la posición del cuerpo y los sonidos traqueales. El valor de esta prueba se limita a un resultado positivo (índice de apnea-hipopnea >30).

Un resultado negativo puede estar relacionado con una duración insuficiente del sueño, como puede verse cuando se asocia el insomnio, el número de apneas-hipopneas por hora de registro subestima entonces el número de apneas-hipopneas por hora de sueño.

Estas son las dos pruebas que sirven para diagnosticar el síndrome de apnea del sueño.

Un polígrafo ventilatorio negativo se impone cuando la sintomatología es sugestiva, en particular en presencia de somnolencia diurna, y un examen polisomnográfico que registra el sueño (gracias al registro de la actividad cerebral) permite por sí solo eliminar con certeza el síndrome de apnea del sueño o vincular la somnolencia a otra patología (impaciencia de los miembros inferiores, narcolepsia, hipersomnia idiopática…)

El médico debe valorar ante su sospecha clínica (los síntomas) y el tipo de paciente si le pide una u otra prueba pues la obligación de hacer la polisomnografía en un entorno diferente hace que la persona duerma peor de lo habitual, normalmente menos tiempo y con menos ciclos de sueño profundo que si estuviera en su casa, por lo que, aunque éste estudio es más amplio, el polígrafo respiratorio suele ser de elección y tiene igualmente muy buen resultado.

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